sábado, 28 de julio de 2012

Gregorio Peces-Barba

Sirvan estas líneas para rendir homenaje a esta gran hombre recientemente fallecido. Peces-Barba pertenece a un grupo de personas al que España debe mucho, personas íntegras, sólidamente formadas, con inquietudes sociales, que dedicaron toda su valía y esfuerzo a culminar la transición democrática tras el franquismo y diseñar una sociedad próspera y socialmente avanzada. Hoy día hay políticos de todo tipo, y sería deseable que aumentara en numero de personas como Peces-Barba, y desapareciera esa cohorte de indocumentados amorales sin ideología que se han infiltrado en los partidos políticos simplemente para vivir del cuento a cuerpo de Maharajá.

Peces-Barba tenia unas convicciones sólidas, que nunca mercadeó, pero sabia que para conseguir una España en la que todos pudieran estar a gusto había que pactar, y bien que pactó, nada menos que la norma máxima que permite la convivencia, la Constitución Española. También tuvo una cualidad propia de hombres nobles, se hizo amigo incluso de sus oponentes políticos. No, Gregorio nunca fue concejal de Estepona.

Con estas virtudes no es de extrañar el reconocimiento que Peces-Barba ha recibido de todo el arco político. Incluso me atrevo a asegurar que este reconocimiento se ha acentuado por la mala conciencia de los políticos, que saben que sufren una importante falta de aprecio por gran parte de la población. Los políticos desean ser queridos, como todo el mundo, y que menos que señalar que efectivamente había un político que merecía ser querido, y que la política no es por definición un oficio vil, sino que hay alguna gente vil ejerciendo este útil y noble oficio.

Dada la grave situación que atraviesa España, algunos proponen un gran acuerdo global entre PP y PSOE. Yo no estoy muy de acuerdo con estos pactos, pues me parece licita y necesaria la confrontación de intereses (o de ideologías, si así quieren llamarlo). Distinto seria que la situación pase de grave a catastrófica, tipo rescate total a España o salida del euro, que eso sería harina de otro costal.

Lo que si recomendaría a los partidos es que abandonen sus programas de máximos, para facilitar puntos de acuerdo. El PP debería estar muy feliz de gobernar con un programa impuesto por Alemania, que coincidía con su programa político: disminución radical del sector público y fomento de la iniciativa privada. Pero su gozo cayó en un pozo; por la gravedad de la crisis el PP ha tenido que subir impuestos y se ha empobrecido la clase media, por lo que no hay expectativas de crecimiento: no hay financiación para crear empresas, ni hay compradores para venderles lo que se produzca. El PP debería plantearse que un estimulo del sector publico puede, en su momento, ser el mejor método para impulsar el crecimiento y el empleo. Debería estudiar la historia del sector siderúrgico de Corea del Sur.

El PSOE también debería aprender algo. Debe mantener su apuesta por el sector público, y la solidaridad vehiculizada por el Estado de Bienestar. Pero antes de aplicar cualquier servicio público debe preguntarse si es conveniente, si hay dinero para financiarla, y cual sería la forma más eficiente para implementarla, independiente de que el servicio sea realizado por empresa publica o privada. El PSOE debería aprender que la formula infalible para destrozar el Estado de Bienestar es malgastar el dinero de todos, y de esto ha habido demasiado en España.

Pero de todas formas el mayor servicio que los partidos políticos podría ofrecer en este momento a la turbada ciudadanía seria una apuesta por la democratización de los partidos, por un comportamiento ético intachable, y por dejar a la sociedad civil y a los empleados públicos libres de las servidumbres partidistas. Y, como ya no nos fiamos de las buenas palabras, este deseo de regeneración solo sería creíble si se plasma en leyes que obliguen. Al Cesar lo que es del Cesar, al ciudadano lo que es del ciudadano. No es tan complejo.

Estepona Informacion 28.7.2012
Damián Zamorano Vázquez

sábado, 21 de julio de 2012

La libretilla de Heredia

Es loable que la gente intente mejorar sus condiciones laborales, sea salir del paro, cambiar un trabajo malo por uno mejor, o simplemente ascender en su empresa. A veces se pide ayuda a algún amigo para tal fin, que un amigo siempre es un tesoro, y desde luego reconfortan las historias de amigos que responden cuando se les necesita. 

Pero a veces la cosa no suena tan edificante. Pongamos que el que busca mejorar sus condiciones laborales es un militante socialista, que ha sido elegido como delegado para el congreso provincial del PSOE de Málaga. El amigo es el secretario provincial del partido, que opta a la reelección, y efectivamente se compromete a favorecer al demandante, y anota su nombre en una libretilla. Prometido el favor, ya tiene un voto. 


La mágica libretilla de Heredia es de la máxima calidad: ha sido bendecida nada más y nada menos que por el presidente de la Junta de Andalucía, Sr. Griñan, que acudió solícito antes del congreso a bendecir a Heredia: él es mi hombre. La libretilla de Heredia era pues la buena, a la que había que apuntarse, ya sea para conseguir trabajo, un cargo en el gobierno, un puesto de confianza, un ascenso en el escalafón funcionarial o cualquier otra prebenda que se sortee. La libreta de Heredia se llenó pues de nombres de delegados al congreso, que transaccionaban su voto por la prebenda prometida. A resultas de tan eficaz chanchulleo, cuando el candidato alternativo a la secretaria del PSOE de Málaga (Josele Aguilar) pidió apoyos, no obtuvo ni el 20%, el mínimo necesario para competir. 


Y esta es la historia de la holgada victoria de Heredia en el congreso. No pregunte a un conocedor sobre debates ideológicos, valoración de la representatividad social o la cualificación de los contendientes, no sea que el conocedor tenga hernia y se le estrangule tras el ataque de risa. 


Esta libretilla es la ultima de una lista inmensa de libretillas. Si súmanos las libretillas del PP, que de seguro las hay, todas juntas ocupan más tamaño que la desparecida biblioteca de Alejandría. Es la historia de cómo los partidos políticos han corrompido la función publica y la misma democracia. Han colocado como empleados públicos a miles de amigos o simpatizantes, a expensas de la gente común que no ha podido optar a estas plazas. Han ninguneado a los funcionarios de carrera, puestos al servicio de cargos de confianza, a veces perfectos inútiles, siempre bien pagados. Las consecuencia de la perversión del enchufe no es solo moral, es que además la broma ha salido muy cara. Para ejemplo de lo caro que han salido las libretillas tenemos el Ayuntamiento de Estepona, donde todos los partidos (y aquí han gobernado todos) han ido colocando a su gente como personal fijo, y como resultado no hay dinero para lo que tiene que haber. 


El periódico “El Mundo” publicó una noticia: “Un documento interno elaborado en la Delegación de la Junta en Málaga señala los funcionarios de máxima responsabilidad de la administración autonómica que mantienen afinidad con el aparato socialista en la provincia y los que no”. Es la libretilla en acción: los que apoyaron a Heredia serán bendecidos, y los que no serán castigados. Este el es PSOE que desgraciadamente existe, el que tiene que sacar al país de gravísima crisis económica y de valores. Ojala volviera Jesucristo y echara a los mercaderes del templo. 


Ya no es momento de apelar a la ética, que hay gente que de eso no entiende. Es el momento de la presión social contra la impostura de los políticos, y es el momento de que la gente defienda sus derechos con todas las armas disponibles. Es el momento que los sindicatos de funcionarios lleven la información publicada en “El Mundo” a la fiscalía para que proceda a las diligencias e investigaciones que estime oportuno. Es el momento del que la haga la pague. Es el momento de dejarse de contemplaciones, que no esta el país para tanta permisividad como se ha tenido en tantos años. 


Damián Zamorano Vázquez 
Publicado en Estepona Informacion. 21.7.2012

lunes, 16 de julio de 2012

El velo de la ignorancia

Elaborar normas racionales y aceptables para organizar el mejor funcionamiento de la sociedad es una de las tareas de los llamados filósofos políticos. El tema perenne de discusión es conjugar libertad con igualdad.

Un análisis muy difundido fue realizado por el filósofo estadounidense John Rawls (1921-2002). La esencia de su razonamiento es como sigue. Si se le pregunta a la gente si está de acuerdo con la organización social existente, presumiblemente los ricos dirán que todo está muy bien, y los pobres que todo muy mal, y poca posibilidad de acuerdo hay. Si se pretenden unas normas justificadas y aceptables por la mayoría, la pregunta habría que hacerla estando la gente (ya hablamos en abstracto) bajo el velo de la ignorancia, sin saber si tendrán un futuro confortable o miserable. En esta circunstancias, bajo este velo de ignorancia, podría haber un consenso de organización social. La mayoría votaría por un mundo con altos niveles de igualdad, o al menos de solidaridad, que no es cuestión de votar por un mundo de ricos y pobres y al final terminar en el momento de la verdad en el lugar equivocado.

Me he acordado de Rawls a raíz de la disyuntiva que presumiblemente votaran los empleados municipales: o se despide a casi 180 trabajadores, o todos se bajan casi un 25% su sueldo. Si la pregunta se hiciera sin saber quienes serán los despedidos, probablemente ganaría la opción de reducción salarial. Pero realizar la votación sabiendo exactamente quiénes son los nominados a la cola del paro, pues que quieren que les diga: los casi 180 pueden darse por despedidos.

Es triste que la gente pierda su puesto de trabajo, pero también es muy tiste que pueda realizarse una votación en la que Antonio votará salvar íntegros sus ingresos a costa del despido de María. Ambos, Antonio y María, se conocen desde hace años, quizás han ido a los cumpleaños de sus hijos, quizás Antonio diga una cosa y vote –en secreto- otra, o quizás ambos elaboren complejas argumentaciones para justificar la defensa de sus intereses.

CCOO tendría que explicar muchas cosas, quizás la más importante sea por qué se han negado a cualquier negociación, terminando el asunto en la solución más infeliz, como es que pueda llevarse a cabo esta infeliz votación. Parece como si CCOO había decidido desde el principio que en entuerto no tenia arreglo, y optó por ir mareando la perdiz, y confiar exclusivamente en un recurso judicial contra los despidos, una vez estos consumados. Si los despedidos pierden en el juzgado, lo pierden todo. Si ganan el juicio todos perderán mucho, pues la ley ya no permite soluciones al estilo de Valadez, es decir, gastar lo que no se tiene y que los que vengan arreglen el desaguisado.

Habiendo CCOO aceptado la mayor, el ahorro de 6 millones de euros en nominas, lo consecuente hubiera sido negociar. Incluso no hacia falta detallar los recortes a realizar, entre otros motivos porque hay muchas posibilidades no estudiadas o aún no contempladas, por ejemplo la presumible reducción salarial y aumento de horas de trabajo de los funcionarios que ordenará el gobierno de Rajoy, y las directrices obligadas por la futura ley de las Administración Local.

Hasta en el ultimo momento podría haberse llegado a un acuerdo de mínimos, por el que se aceptaría el ahorro de los dichosos 6 millones de euros, en el peor de los casos con la reducción salarial contemplada, pero comprometiéndose con lealtad a suavizar la reducción de salarios conforme nuevas circunstancias o nuevas propuestas lo permitieran.

Todo lo acontecido me ha dejado mal sabor de boca, pero es lo que hay, y que cada cual sea responsable de sus actos. Tengo familiares que serán despedidos, y lo prudente seria pues que me callara, pero no me apetece esconderme cuando llueve. A García Urbano le ofrecí mi apoyo para sacar a Estepona del pozo, y solo me cabe en momentos difíciles reafirmar mi apoyo. De todas formas, si no hay despidos mejor.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 14.7.2012

sábado, 7 de julio de 2012

La chica que lloraba con los Beatles

Gracias a la maravilla de Internet y YouTube he visto los videos del primer álbum grabado por los Beatles, en 1963, “Please please mi”. Me he fijado en una chica que lloraba y gritaba ante sus ídolos; una fanática la llamarían los sosos sin corazón. La chica ansiaba la felicidad, y por eso su llanto se redoblaba cuando las canciones trataban de amor, que a fin de cuentas es la esencia de la felicidad a esa edad.

La chica tendría unos 18 años. Nació pues en 1945, el año de finalización de la más cruel atrocidad perpetrada por el ser humano, la Segunda Guerra Mundial. Mal momento para nacer, diríamos, pero tuvo la suerte de nacer en Inglaterra, que peor hubiera sido nacer en la España donde no se perdonaron a los vencidos, en el esclavizado bloque soviético, o en el tercer mundo al que esperarían muchos años de miseria y violencia. A pesar de la aparente mala fecha, probablemente esta chica ha vivido los mejores años de la humanidad, al menos en su mundo, y la duda es si el futuro seguirá siendo amable con sus nietos.

Por su aspecto la chica debería ser de la clase trabajadora, y por entonces o más tarde trabajaría de cajera en un supermercado, o de administrativa en cualquier oficina. Pronto se casaría con un obrero de su barrio, más aficionado al futbol que al baile, aunque supo disimularlo durante el noviazgo. Tendría hijos a los que cuidar y educar adecuadamente, una casa en la que vivir, trabajo de por vida, unos buenos servicios públicos, y progresivamente un aumento del nivel de vida, con acontecimientos tan señalados como el primer frigorífico, el primer televisor, o el primer viaje barato en familia a un pueblecito que se estaba poniendo de moda, Torremolinos. Vivió gobiernos de izquierdas y de derechas, pero estas eran cuestiones más bien económicas que, en lo fundamental, llevar una vida digna y tener libertad, no influían los avatares políticos. Es verdad que lloró más por la muerte de Lady Di que por las imágenes de hambruna en el Sahel, pero sería absurdo acusarla de insensible al sufrimiento humano: lo conoció desde pequeñita, al igual que conoció cómo con el esfuerzo común se mejoraba una sociedad traumatizada. Hoy esta chica, ya jubilada, es posible que haya fijado su residencia en la Costa del Sol, con sus hijos y nietos viviendo en Liverpool o Londres. Trabajo en un hospital privado, por lo que atiendo a muchos ingleses de esa generación, y me encanta cuando obtengo su confianza, o sea pronto, hablar de sus vivencias juveniles en el nuevo despertar tras la guerra de aquella gran nación.

Hoy nuestra chica, ya abuela, se preguntará, como todos, cual será el porvenir de sus nietos. El acontecimiento más relevante de este siglo es la llegada, gracias a la globalización, de las masas del tercer mundo a la mesa de la prosperidad. La cuestión clave es si nos beneficiaremos todos, o simplemente sus nietos perderán su sitio en la mesa y conocerán la miseria o sus aledaños. Esta gran cuestión es política, y por tanto compete a toda la sociedad decidir de forma democrática, y no es una mera cuestión técnico-económica como quiere hacernos ver la ultraderecha neoliberal en su cruzada para intentar legitimar la ley del más fuerte.

Yo no me siento orgulloso de que algunos empresarios españoles sean inmensamente ricos. Estaría muy orgulloso de que sus trabajadores fueran felices por sus buenas condiciones laborales y por la calidad de vida que puedan llevar. Todo lo demás es mentira y, de toda la vida, salvo excepciones, una gran opulencia solo se ha conseguido con una gran explotación de los débiles.

Convendría, como sociedad, que reflexionáramos sobre la cuestión, mas allá de los problemas financieros que nos agobian, pues en algún momento tendremos que decidir entre una sociedad diseñada para fabricar ricos, o en una sociedad como la que creó nuestra abuela que sigue llorando con los Beatles, la organizada para conseguir bienestar para todos.

Damian Zamorano Vázquez
Estepona Información. 7.7.2012