sábado, 21 de enero de 2012

Cargos de confianza

Habitualmente, procuro ser razonable, o al menos constructivo, y prefiero dedicar mi tiempo más a analizar propuestas para buscar un futuro mejor que a recrearme en los errores del pasado. Pero me permitirán que antes de entrar en materia me desahogue: ¡es una vergüenza lo que los políticos han hecho con la función pública en España!.

Los políticos han prostituido la administración pública. La han utilizado para sus intereses partidistas, como agencia de colocación de los suyos, como instrumento de poder del partido o del jerarca del partido en cuestión. Es triste la injusticia evidente de lo ocurrido: miles de enchufados, gracias a vínculos de sangre o de partido, han ingresado como empleados públicos a dedo, impidiendo que otros ciudadanos pudieran optar a esos puestos en lícita competencia en la que primara el mérito y la capacidad. La estafa ha salido además muy cara, pues entre que muchos políticos han jugado a empresarios siendo ineptos en tales cometidos, entre que había que contentar a los amiguetes del pesebre, y entre que el dinero público no era de nadie y malgastarlo no era un delito, se ha creado un monstruo de administración pública que, además de ineficaz, derrocha ingentes recursos económicos y nos empobrecen a todos. Inmoral y ruinoso.

Dicho lo anterior lamento defraudar al ya enervado lector, pero no voy a criticar la política de nuestro alcalde en relación a los cargos de confianza. Por una parte me parecería una impostura decir que es ilícito que los nuevos hagan exactamente lo que hacíamos “nosotros”, los socialistas: contratar cargos de confianza. En segundo lugar García Urbano está cumpliendo su propuestas electorales en este punto, por lo que no ha engañado a nadie. Por último me temo que si yo hubiera sido el alcalde no me hubiera atrevido a gobernar nuestro ingobernable Ayuntamiento sin la dosis justa de cargos de confianza que multiplicara mis manos y mis ojos.

Los cargos de confianza pueden crearse para simplemente beneficiar a los compañeros de partido (o al cuñado) o, dicho mas castizamente, para repartir el botín de la victoria electoral. Quiero creer que cualquier persona decente debe rechazar estos procedimientos fraudulentos.

El otro motivo para designar cargos de confianza es la necesidad de contar con personas técnicamente competentes -y suficientemente fiables- para implementar la gestión de las políticas elaboradas. Siempre se requiere personas con este perfil, pero lo inconcebible es que en la plantilla de empresas con más de mil trabajadores, como el Ayuntamiento de Estepona, no se encuentren personas que puedan desarrollar estas labores de dirección y tenga que contratarse a trabajadores externos, pues tal es el caso de los cargos de confianza que nos ocupan.

Les pongo el ejemplo del Servicio Andaluz de Salud. En los hospitales los cargos de libre designación son muy pocos, a nivel medico el equipo directivo y escasamente alguno más, y estos cargos son ocupados por médicos de plantilla que habitualmente solo por un tiempo asumen estas responsabilidades, para luego volver a sus habituales puestos de trabajo.

La necesidad de cargos de confianza en los Ayuntamientos indica que son administraciones públicas mal gestionadas, y por tanto me atrevería a proponer a nuestro alcalde que fijara como objetivo realizar las mejoras organizativas tendentes a hacer innecesaria esta figura para la próxima legislatura. Para mí un modelo adecuado sería fijar con antelación en el organigrama qué puestos de dirección pueden ser de libre designación, y que estos fueran ocupados por personal del Ayuntamiento. Si es necesario hacer excepción a la norma en algún puesto de responsabilidad concreto, quizás con un perfil empresarial, sería adecuado explicarlo con antelación y justificarlo.

Para políticos en los Ayuntamientos ya tenemos a los concejales. Los técnicos deben estar en las plantillas. En las repúblicas bananeras se confunden unos con otros.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 21.1.2012

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