domingo, 11 de septiembre de 2011

La fragua de Vulcano

En este excepcional cuadro de Velázquez el dios Apolo entra en la fragua de Vulcano para avisarle del adulterio de su esposa Venus, diosa de la belleza, con Marte, dios de la guerra.

Apolo es caracterizado como un efebo, pero lo dramático del cuadro es la cara de mala leche de Vulcano ante el inesperado chivatazo. Tan lograda es esa expresión de pocos amigos, que si Velázquez hubiera pintado a Vulcano con traje negro de policía, pasamontañas y metralleta, hubiera retratado fielmente a unos de los UDYCOS que protagonizaron las primeras detenciones del caso Astapa.

Todos recordarán aquella parafernalia creada en la detención de los imputados de Astapa, que parecería un ejemplo de cómo matar moscas a cañonazos, pero que estaba perfectamente teatralizada para humillar a los imputados y dejarlos en desventaja ante la fiscalía, e incubando un futuro síndrome de Estocolmo. Por lo visto la justicia ya ha decidido evitar en el futuro tales linchamientos morales, pero a buena hora mangas verdes, que la declaración de los derechos humanos vigente fue aprobada por Asamblea General de las Naciones Unidas nada menos que en 1948. Les recuerdo que esta declaración proclama que nadie será sometido a tratos degradantes, y que toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia.

Apolo solo denunció un adulterio, pero en Astapa, David Valadez y la “compatible” Cristina Rodríguez Alarcón denunciaron con pelos –no va con segundas intenciones- y señales relaciones íntimas pecaminosas entre numerosos políticos, funcionarios y empresarios de Estepona. Vamos, una orgia que nada tenía que envidiar a las que organizaban los libidinosos romanos.

Por lo que se desprende del sumario de Astapa, la policía inicialmente no investigó los hechos denunciados, preguntando en notarias, registros de la propiedad y similares, simplemente ordenó unas escuchas telefónicas que, realizadas en plena campaña electoral, seguro que algo jugoso obtendrían.

Lo de realizar escuchas telefónicas sin investigación previa me suena a procedimiento inadecuado, de ese tipo que el Tribunal Supremo descalifica a diario, anulando todo el procedimiento realizado. En cualquier caso una intromisión en la intimidad, como es espiar a los que hablan por teléfono, siempre puede dar lugar a malos entendidos, como le ocurriría a cualquier detective que, investigando un adulterio, no acude cámara fotográfica en mano a la cita en el motel sino, más perezoso, simplemente intercepta conversaciones telefónicas, confundiendo un piropo o una jactancia machista con un coito en toda regla, con orgasmo incluido.

En cualquier caso, Astapa sigue su cauce y dejemos a la justicia tranquila, aunque sería preferible que no fuera tan tranquila, que se acelerara un poco, porque es injusto que la falta de recursos -eso dicen-eternice el dolor de los futuros inocentes y retrase el castigo de los futuros culpables.

¿Ustedes se imaginan que Venus y Marte no hubieran estado liados? En ese caso ambos, junto al ex cornudo Vulcano, le hubieran liado una gorda al mentiroso de Apolo. Pues bien, en Astapa puede ocurrir lo mismo. Sergio López, denunciado como corrupto por Valadez, pero no imputado, espera pacientemente que el comité de ética del PSOE dictamine contra Valadez por denunciar en falso a un compañero de partido.

Pero la mayoría de los acusados por Valadez no tienen los genes del Santo Job que porta Sergio, y además son más prácticos y están más afectados, y exigirán en sede judicial se compruebe la veracidad de unas denuncias que, si son falsas, son un monstruoso atentado contra los afectados. Y no se trata de que finalmente se demuestre que había corruptos en Estepona, con nombres y apellidos, al igual que hay adúlteros en cualquier pueblo, sino además de conocer si las denuncias detalladas de Valadez eran fundadas o solo un ejercicio bilioso y birrioso de mala leche, finalmente premiado con una alcaldía.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 10.9.2011

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