lunes, 15 de agosto de 2011

Aprendiendo de Edimburgo

A inicios del siglo XVIII Edimburgo, la capital de Escocia, era una ciudad populosa, pero pobre e inculta. Una vez más se enfrentó a Inglaterra, en este caso apoyando a los Estuardo -católicos y escoceses- en su intento de arrebatar la corona de Inglaterra a la dinastía protestante recién importada de Alemania. Una vez más perdió Escocia. Lo novedoso fue la reacción de los perdedores: decidieron que ya estaba bien de tanta violencia que, bajo la excusa de motivos religiosos o nacionalistas, se trataba exclusivamente de disputas entre príncipes para ver quien se quedaba a cargo del cortijo. Decidieron vivir en paz y dedicarse al progreso. Edimburgo realizo una ampliación de su ciudad, modelo de urbanismo amable, y durante más de 50 años tuvo un resurgir económico y comercial sin precedentes, y sobre todo un resurgir cultural que hizo que esta ciudad compitiera en logros intelectuales con Paris y fuera llamada la “Atenas del Norte”.

Tras la severa derrota del PSOE en las ultimas elecciones municipales y autonómicas (22-M), un amplio grupo de próceres del PSOE de reunieron en un restaurante de Alora (Los Caballos) con el sano interés de obtener la cabeza de Heredia y Conejo, responsables del PSOE de Málaga, y por tanto de su estrepitoso fracaso. Había gente importante, por ejemplo los últimos presidentes de la Diputación Provincial. En este ruido de sables muchos militantes hacían cálculos de a quién apoyar en la contienda que se preveía inevitable.

Pero en este momento de la historia el “espíritu” de Edimburgo impregnó a un grupo de militantes socialistas de base, de los que no tienen cargos públicos, que decidieron que no estaban dispuestos a apoyar a más caciques, en su lucha con otros caciques, para ver quienes serán los próximos caciques del PSOE de Málaga. Decidieron, sin más, ponerse a disposición de Rubalcaba y Griñán, para apoyarlos sin fisuras en las próximas confrontaciones electorales, y guardar el resto de sus energías para regenerar el socialismo y su partido (el PSOE).

Así interpreto yo el nacimiento de una corriente socialista en Málaga llamada Nueva Mayoría, pero para más detalles deben acudir a su página web, dado que mis opiniones son sólo personales.

En cualquier caso mi opinión de cómo regenerar el PSOE es simple. Primero un nuevo partido, democrático, centrado en los problemas de los ciudadanos y no en las ambiciones de sus militantes.

Segundo, un PSOE que de nuevo sea parte indisociable de la sociedad civil, formando parte como uno más de los movimientos vecinales, del mundo del trabajo, del mundo cultural. Un PSOE de nuevo integrado en el mundo real, vehiculando los anhelos de este mundo real. Nunca más un PSOE como el representado en el último congreso de Andalucía: todos los delegados eran cargos públicos.

Tercero, definir la socialdemocracia del siglo XXI que, aunque les duela a los nostálgicos, no tiene nada que ver con el socialismo de los dos siglos anteriores. Aunque el objetivo de la socialdemocracia es claro, conseguir una sociedad prospera y libre, pero también solidaria e igualitaria, las estrategias para conseguir ese fin pueden ser varias. Por un lado estarán los que priman la ideología, y pretenden modificar la sociedad para adaptarla a esta ideología, en el caso más inflexible repudiando la sociedad si no lo consiguen. En el otro extremo los que creen mejor aceptar la sociología –los anhelos de la población- adaptando las estrategias según las circunstancias, siempre que no queden traicionados los objetivos finales socialdemócratas. Cayo Lara versus Toni Blair, esa es la cuestión.

La regeneración del PSOE es necesaria e inevitable, y puede y debe realizarse sin los agobios habituales que imponen las confrontaciones electorales, pues esta regeneración va mas allá de las próximas elecciones y de los actuales y próximos dirigentes socialistas, nacionales y locales.

Edimburgo o autodestrucción, esa es la otra cuestión.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Informacion. 13.8.2011

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