sábado, 19 de marzo de 2011

Sindicatos corporativistas

De joven tuve cierta responsabilidad en los llamados sindicatos de clase, sobre todo UGT. Nuestro objetivo era defender los intereses de los trabajadores en general, y esto suponía ser parte de una estrategia política de izquierdas, siendo nuestros aliados los partidos políticos de izquierdas, independientemente de desencuentros puntuales. Nuestros denostados enemigos eran los llamados sindicatos amarillos (de la patronal) y los sindicatos corporativistas, como los de médicos o pilotos de aviación, que sólo defendían los intereses de sectores privilegiados, a veces opuestos al interés común de todos los trabajadores.

Como nación hemos conseguido democracia y progreso material, pero como efecto secundario indeseable se ha embotado la conciencia social de muchos particulares, que en algunos casos incluso han optado por la corrupción o corruptela como forma de vida, y este tsunami de amoralidad también ha afectado a los sindicatos “de clase”.

Como ejemplo de desmesura antisocial tenemos la amenaza de los sindicatos de AENA de bloquear el tráfico aéreo en los periodos de Semana Santa y verano. Un responsable de turismo lo explicó muy claro: esta actitud sindical explica por qué Alemania en plena crisis es un país prospero, y España colecciona parados. Los sindicalistas de AENA deberían conocer que su amenaza ya ha hecho mucho daño (la oferta turística es muy competitiva, y nuestros competidores publicitan el desastre con todos los medios posibles), pero si se culminan la huelgas el daño puede ser irremediable para nuestra industria turística. Hablo de muchos miles de personas que quedarán sin trabajo, de personas tan pertenecientes a la clase trabajadora como los sindicalistas asociales, de personas que también tienen familias que alimentar, de personas que sólo se diferencian de los sindicalistas en que su trabajo es más precario o, a día de hoy, inexistente, sólo posible si hay turismo y no caos aéreo.

Pero lo que más me ofusca de estos sindicalistas no es sólo su corporativismo indeseable, es cuando argumentan que ellos son defensores de lo público, y que realmente su lucha es por evitar la gestión privada de servicios públicos -que seguirán siendo servicios públicos- y por tanto sus huelgas no son para defender intereses particulares, sino para salvar a la comunidad del mal. Es un argumento propio de fascistas, que imponen la fuerza para obviar lo esencial: nadie ha votado a los sindicalistas para gestionar lo público.

El tema sindical en Estepona es harina del mismo costal, pero al estilo bananero. CCOO afirma que no tiene nada que ver con la crisis económica del Ayuntamiento, que eso es cosa de políticos y corruptos, y probablemente es verdad, salvo que se demuestre que algunos dirigentes sindicalistas participaron en la feria del clientelismo que infló a límites insostenibles la plantilla municipal. Ya nos contara el juez Torres.

CCOO del Ayuntamiento de Estepona es un sindicato de los malos, un sindicato amarrillo plegado al patronal (Valadez) tras un indecente pacto de beneficio mutuo, es un sindicato corporativista, que impone sus privilegios a mas de 60.000 ciudadanos, a los que hace rehén de sus intereses, pero además ha traspasado una línea roja en algo inconcebible para una organización que mucho tuvo que ver con el restablecimiento de la democracia en España. CCOO del Ayuntamiento de Estepona públicamente defiende que el alcalde Estepona, David Valadez, haya realizado malversación de fondos públicos, delito que por cierto puede ser castigado con cárcel.

¿Qué hará en un futuro nuestra local CCOO?. Acompañará en cuerpo y alma a Valadez en sus visitas como imputado al juzgado, se ofrecerá como el sindicato amarillo del próximo que gobierne para seguir medrando, o tomará conciencia de que la defensa de sus afiliados debe y puede compaginarse con los intereses del resto de la población de Estepona, que no merece la podredumbre que está sufriendo.

Damián Zamorano Vázquez
Estepona Información. 19.3.211

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