viernes, 4 de junio de 2010

10 días que estremecieron al mundo

John Reed, militante del partido comunista de EEUU, escribió en 1919 un relato trepidante sobre la conquista del poder por los bolcheviques en Rusia, suceso que efectivamente estremeció el mundo, y también lo haría diferente al menos hasta la caída del muro de Berlín, 72 años después.

En España hemos vivido una semana de vértigo, que se inicio con la negativa de Zapatero a Rajoy a aceptar disminuir el déficit presupuestario de forma rápida, pues esto enlentece el crecimiento y aumenta el paro. Pero días después, ante el acoso de los mercados financieros, Europa entera se vio forzada a practicar un recorte drástico del déficit, obligando al gobierno socialista a unas medidas de austeridad sin precedentes que han supuesto un duro golpe: material para los afectados, anímico para todos. Pero Zapatero no tenia alternativas, o aplicada medidas draconianas o nos dejábamos suicidar.

Ya nada será como antes, e incluso creo que la izquierda tendrá que variar significativamente su práctica y su discurso si quiere seguir siendo fiel a su objetivo, buscar la igualdad desde la libertad y la prosperidad, pero a la vez ser una alternativa creíble por viable.

Para los sectores más a la izquierda lo realizado por Zapatero es simplemente una traición, un plegarse al poder financiero, el que provocó la crisis, un aceptar que los pobres paguen la crisis creada por los ricos para que ellos sean aun más ricos. Pero de seguir sus recetas, no menos sino más gasto publico, los mercados sólo tienen que poner los intereses de nuestra gran deuda -publica y privada- a niveles de usura, como en Grecia, y de inmediato nos arruinamos. Repudiados por nuestros socios occidentales, capitalistas como nosotros, sólo cabria salirnos del euro y ensayar estrategias aislacionistas, como históricamente hacia la burguesía española, y alinearnos con otros aislados, Cuba por ejemplo, y terminar de completar la ruina.

La izquierda moderada ya ha intentado en ocasiones cambios de rumbo, por ejemplo la tercera vía de Tony Blair, en el fondo una combinación de tacherismo y laborismo. Pero ahora no es que tenga que buscar nuevas vías, es que le urge encontrarlas de inmediato. El bofetón de los mercados financieros ha sido un duro despertar a la sucia realidad, pero el problema de fondo es aun más importante: la inversión mundial, y por tanto el crecimiento económico, se dirige a Brasil, Rusia, India y China, y no a una parte de Europa adormecida por una prosperidad con pies de barro, que puede perder sin más.

Varios son a mí entender los conceptos que debe asimilar la izquierda española si quiere ser viable.

Lo primero: el Estado no debe entorpecer la creación de riqueza penalizando la iniciativa privada con corsés no justificados.

Debe implicarse sin excusas en una gestión eficiente de los recursos públicos: la lucha contra el despilfarro y la ineficiencia es una prioridad.

Hay que rediseñar el Estado de Bienestar. Habrá que mantener o elevar la contribución solidaria de todos, y eso son los impuestos, pero si se quiere que el Estado de Bienestar sea viable se requiere que todas las personas en su esfera particular contribuyan a sostener el sistema, no a parasitarlo. Esto implica que los subsidios por desempleo impliquen contrapartidas por los beneficiados y no sean una subvención a la economía sumergida, que escuelas y universidades sean competitivas, que hay que cortar de raíz el uso abusivo de la asistencia sanitaria inducido por el erróneo concepto de que es gratis, de que hay que hacer números para asegurar la viabilidad del sistema de pensiones, y un largo etcétera. De no tratar sin complejos estas cuestiones los que trabajen, a los que podremos llamar en propiedad clases medias, se rebelaran por mantener con sus impuestos una sociedad poco productiva y un Estado de Bienestar que poco les beneficia y conseguirán vía democrática –elecciones- expulsar a la izquierda por muchos años del panorama político.


Damián Zamorano Vázquez
Estepona Informacion. 5.5.2010

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